En el Desván
Sara no se deslumbró al verle, más bien todo lo contrario. Del perfil de cantante de ópera se dió de bruces con un señor con capucha y jersey a rayas, amanerado pero con educación. La clase es un perfil sutil veamos que nos depara este caballero entrado en años, con ese porte de galante sin chistera. Al principio las citas en la casita del señor con ojos de botón, y alergia al contacto, parecían divertidas, pasando a ser incómodas e insulsas, en la intimidad a los pocos días. La madurez es un elixir sin edad, ni diccionario, ni tan siquiera fecha en el calendario. Un repertorio totalmente predecible, entre luces de colores, hizo que se desmotivará nada más empezar. Sara al principio admiraba al señor con ojos de botón, le encantaba su corbata marrón y sus luces en el puerto a través de la ventana. Bailar a través del cristal, con el reflejo del agua, y ese tenue halo de irrealidad en cada charla, era adictivo, supremo, siempre en La Punta de sus dedos Podía viajar a un país ex